El pene del hombre debería tener púas. Sus parientes vivos más cercanos en el árbol de la vida, los chimpancés, tienen espinas en el falo. De hecho, los miembros erizados han sido un rasgo compartido por ratones, perros, gatos y muchos otros mamíferos durante millones de años de evolución, aunque no se ha podido demostrar para qué sirven ni por qué el hombre las perdió.
Ahora, un estudio aporta un catálogo de ADN perdido durante la evolución y que ayudó al hombre a perder las púas y posiblemente a desarrollar un cerebro más grande “El hombre perdió sus púas en algún momento entre su divergencia con los chimpancés hace, seis millones de años, y antes de hace 600.000 años, cuando nuestro linaje se separó de los neandertales”, explica David Kingsley, uno de los investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) que detalla hoy en Nature las razones de esa pérdida de aspereza.
El hombre perdió las púas en un periodo de entre hace seis millones y 600.000 años
La respuesta está donde menos se la esperaba, en regiones de ADN antes conocido como basura y que hasta hace poco parecía no tener ninguna función. Sin embargo, el estudio muestra hasta 500 de estas regiones que están presentes en chimpancés y ausentes en humanos. Esto incluye también a los neandertales, cuyo genoma se ha estudiado en este trabajo junto al de humanos modernos y chimpancés.
“Los neandertales parecen haber perdido los mismos interruptores genéticos que nosotros, por lo que tampoco tenían espinas en el pene”, asegura Kingsley, aportando una prueba más de lo parecidos y cercanos que eran los neandertales, hoy extintos, y los humanos modernos. De hecho, la similitud de los genitales de estas especies habría facilitado su cruce, demostrado recientemente por otros estudios gtenéticos, apunta Kingsley.
Su equipo ha demostrado en ratones que las regiones de ADN ausentes en humanos bloquean la acción de un gen relacionado con la producción de hormonas necesarias para que crezcan espinas en el falo.
Daño vaginal
Hay muchas teorías sobre los beneficios del falo espinoso. La púas ayudarían a asegurar y alargar la cópula, a retirar tapones de fluidos dejados por otros machos en la vagina de las hembras para dificultar su acceso a otros machos o incluso para arrancar parte de la piel y reducir la capacidad reproductiva tras una coyunda exitosa.
En todos los casos tenen que ver con la intensa competencia de muchos machos por una sola hembra fértil, durante unos cuántos días en los que está receptiva, un escenario que no se de entre humanos.
Sólo se me ocurre que vaya alivio para los onanistas.
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